Por Félix Cuenta.
Toda infancia tiene un escenario singular, un mundo propio e infinito; también suele contar con algunos personajes estelares; en el caso de Félix: Policarpio y Sanjuanes fueron dos piezas que completaban un trío de “elevado” sentido de la aventura.
Una cuadrilla de amigos que convirtió la Naturaleza en un gigantesco patio de recreo, alargando los días en las hermosas noches de verano para salir a cazar, entre las calles estrechas, a los murciélagos para estudiarlos y ver cómo eran de cerca
Aunque en sus hoja de servicio de incipientes detectives de la Naturaleza, hay algún borrón, como por ejemplo el que capitaneó el líder del grupo. Aquella vez que Félix, niño, aplicando la lógica de lo que probablemente habría leído en la biblioteca paterna y no de lo experimentado, convenció a sus compañeros de que las gallinas volaban, puesto que tenían plumas.
Para demostrarlo, atrapó un par de desafortunadas gallinas que, probaron desde las alturas del Castillo de los Rojas, que no todos los animales con plumas, son aves de ” altos vuelos”.
